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Proctitis Ulcerosa: ¿Qué es y cómo se trata?

13 de octubre, 2021

Patologías

La Proctitis Ulcerosa es un tipo de Colitis Ulcerosa. En concreto, es una enfermedad inflamatoria crónica que consiste en la inflamación de la mucosa de una zona determinada del intestino grueso: el recto. Este es el segmento del tubo digestivo anterior al ano donde las heces son retenidas antes de salir del organismo. Para considerarse Proctitis ulcerosa, la inflamación no debe superar los 15 centímetros del tubo intestinal desde el esfínter anal. Aproximadamente, entre el 30 y 40% de los pacientes con Colitis Ulcerosa presentan esta localización. Cabe decir también que esta forma de Colitis Ulcerosa suele ser la más leve.

Esta inflamación dificulta el paso de las heces, por lo que el paciente remitirá, con frecuencia, dolor al defecar (conocido en el argot médico como tenesmo rectal: dolor con sensación de evacuación insuficiente, a pesar de la práctica repetida de la misma) puede estar asociado o no a emisión de heces muco-purulentas o incluso hemorrágicas (proctorragias). Pero la Proctitis también puede causar hemorragia sin dolor o el paso de moco desde el recto.

Un síntoma muy común de la Proctitis Ulcerosa es la urgente y continua sensación de tener que ir al baño (movimiento de intestinos-recto). Otro síntoma es la sensibilidad e irritación leve en el recto y la región anal. Síntomas serios son el pus y la sangre en la defecación, o los calambres y dolores durante el movimiento intestinal. Todos estos síntomas pueden durar poco tiempo o, por el contrario, pasar a ser crónicos.

¿Cómo se diagnostica la Proctitis ulcerosa?

Para diagnosticar la enfermedad hay tres formas de proceder. La primera es realizar una proctoscopia (observar el interior del recto con un tubo usado para ello). Con esto se pueden examinar muestras de tejido para identificar qué bacterias, hongos o virus son los potenciales causantes de la Proctitis. Otro medio para descubrir si un paciente tiene esta dolencia es realizar un análisis de sangre y heces. Por último, también se pueden observar algunas partes del intestino a través de una colonoscopia. Esta técnica sirve para detectar tanto la Enfermedad de Crohn como la Colitis Ulcerosa y, por consiguiente, si ese tipo de colitis es una Proctitis.
Un diagnóstico preciso de esta complicación implica definir la gravedad de la inflamación para poder seleccionar el tratamiento más adecuado y establecer el pronóstico del paciente. Si esta enfermedad no se trata correctamente, es posible que aparezcan una serie de complicaciones como:

  • El paciente puede sufrir anemia debida al sangrado crónico del recto, acompañada de mareos, cansancio, falta de aire, dolor de cabeza o piel pálida.
  • Otra de las consecuencias de no tratar con éxito la Proctitis es la aparición de úlceras en el revestimiento interno del recto. Si estas se extienden por toda la pared intestinal, se pueden generar fístulas.

¿Cuál es el tratamiento adecuado para la Proctitis Ulcerosa?

La Colitis Ulcerosa es la causa más frecuente de la Proctitis Ulcerosa, pero no es la única. Hay otros factores que pueden provocar esta dolencia. Las enfermedades de transmisión sexual, inmunodeficiencia en el organismo, bacterias como la Salmonella o antibióticos que destruyen la flora intestinal son otras posibles causas para sufrirla. También puede aparecer como efecto secundario de la radioterapia dirigida a cáncer de próstata y/o a cáncer rectal. El tratamiento de la Proctitis dependerá del motivo de la inflamación.
Si la Proctitis ulcerosa se origina por enfermedad inflamatoria intestinal (EII), lo que se busca es reducir la inflamación del recto. Los tratamientos empleados para ello son medicamentos antiinflamatorios o inmunosupresores. Si no funcionan, la última opción es consiste en realizar una cirugía para extirpar la zona dañada del sistema digestivo.
Si la causa de la Proctitis es una infección, habrá que utilizar fármacos contra esta. Pueden ser antibióticos, si se trata de una infección bacteriana, o antivirales, si el origen es un virus.
Otra posibilidad es que la dolencia sea causada por radioterapia. Si la Proctitis es leve, no hace falta administrar un tratamiento. Si el dolor es fuerte y el sangrado es abundante, sí hace falta prescribir medicación, ya sean píldoras, supositorios o enemas, para controlar la inflamación y reducir el sangrado. También se pueden utilizar ablandadores de heces y dilatación, ambas para ayudar a terminar con el tapón del intestino. Por último, emplear un tratamiento para destruir el tejido dañado es otra solución ya que al acabar con el tejido que sangra, mejorarán los síntomas de la Proctitis.

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