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Colonoscopia e ileoscopia: pruebas indispensables para diagnosticar EII

5 de mayo, 2023

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Diarrea, dolor abdominal, sangre en heces, anemia, fatiga, fiebre, pérdida de peso. Son signos que pueden alertar de algún problema digestivo. En el momento en el que existe la sospecha de que un paciente puede sufrir una enfermedad inflamatoria intestinal (EII), como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, el profesional sanitario necesita de herramientas de diagnóstico fiables que confirmen dichas patologías, descartando otro tipo de dolencias cuya sintomatología es similar.

Además de las pruebas analíticas, tanto la sanguínea como la de heces, y de las pruebas radiológicas, las pruebas endoscópicas son una técnica fundamental e indispensable para el diagnóstico de la EII.

Dentro de estas exploraciones endoscópicas se incluyen la enteroscopia, la ecografía endoanal, la cápsula endoscópica, la endoscopia digestiva alta o gastroscopia y la endoscopia digestiva baja o ileocolonoscopia. Durante las próximas líneas explicaremos en qué consiste esta última técnica que incluye la colonoscopia y la ileoscopia.

La ileocolonoscopia como herramienta de diagnóstico

La ileocolonoscopia es una de las pruebas endoscópicas más habituales que se realizan para diagnosticar la EII. Gracias a ella, los profesionales sanitarios pueden visualizar de forma directa la mucosa intestinal, tanto el colon (colonoscopia) como el final del intestino delgado o íleon terminal (ileoscopia).

Así, es posible saber si el paciente sufre enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa porque las características endoscópicas son singulares y diferentes entre sí. Además, ayudan a elegir la opción terapéutica más adecuada y si es necesaria una intervención quirúrgica. La razón es que se visualiza la extensión y severidad de las afectaciones, así como su localización exacta en el colon y el íleon terminal. En el caso de la Enfermedad de Crohn, es habitual que el íleon esté afectado, de ahí la conveniencia de realizar una ileoscopia junto a la colonoscopia en estos casos.

Por otro lado, estas técnicas son herramientas eficaces para descartar afectaciones por fármacos, como los antiinflamatorios, u otro tipo de patologías con síntomas similares, como la colitis infecciosa. Asimismo, en caso necesario es posible tomar biopsias (muestras de tejido) durante la exploración para realizar un estudio anatomopatológico o realizar procedimientos terapéuticos. Es el caso de la polipectomía (extracción de pólipos) o de la dilatación de estenosis (reducción del diámetro interno del intestino).

Monitorización del paciente con EII a largo plazo

Realizar un seguimiento de la evolución de la enfermedad inflamatoria a largo plazo es fundamental para anticiparse a los brotes, valorar la eficacia del tratamiento que está siguiendo el paciente y modificarlo si fuera necesario. Y en este caso es de gran utilidad la ileocolonoscopia porque permite visualizar la extensión y la evolución de la afectación del colon y el final del intestino delgado o íleon terminal.

Cuando el paciente presenta una EII de larga evolución tiene más probabilidades de desarrollar cáncer colorrectal que la población general. Un riesgo que es mayor o menor según la duración y la extensión de la enfermedad. Por eso, la vigilancia endoscópica mediante la ileocolonoscopia puede ser una herramienta eficaz para detectar lesiones premalignas y actuar lo antes posible, reduciendo así la mortalidad asociada al cáncer colorrectal. Otra de las situaciones en las que es de gran utilidad la realización de una ileonoscopia es tras una cirugía. De hecho, es considerado el ‘patrón oro’ porque permite establecer la aparición de la recurrencia morfológica y su gravedad, relacionada directamente con la evolución clínica a largo plazo1.

¿Cómo debe prepararse el paciente para la prueba?

Al igual que cualquier procedimiento endoscópico, tanto la colonoscopia como la ileoscopia precisan que el paciente realice una preparación previa a la prueba. Dichos preparativos pasan por llevar una dieta especial y, en ocasiones, la supresión de algunos medicamentos que esté tomando. En este último caso, el profesional médico le informará cómo debe proceder con dichos fármacos para evitar complicaciones y que puedan dificultar la exploración.

En cuanto a la dieta previa2 que el paciente debe seguir, dos días antes de la prueba debe iniciar una dieta baja en residuos. Esto quiere decir que se prohíben quesos grasos, productos lácteos enteros, pescados azules, carnes grasas, embutidos, productos integrales, frutas, verduras, legumbres, chocolate, pasteles y frutos secos.

Por otro lado, los alimentos que sí puede tomar durante la dieta especial son: leche y yogur natural desnatados, quesos frescos, quesos duros y un poco de mantequilla; pan blanco o tostado y galletas no integrales; caldos sin verduras; arroz y pastas no integrales; patatas en puré o cocidas, sin la piel; carnes y pescados blancos a la plancha o cocidos; membrillo, melocotón en almíbar, manzana o pera cocida o asada, sin piel; té, café e infusiones ligeras.

El día anterior a la colonoscopia o la ileoscopia, se empezará con la limpieza intestinal con preparados indicados por el profesional médico. Éstas pueden ser soluciones de polietilenglicol, sales de magnesio, soluciones de fosfato sódico o enemas. Pero 3 o 4 horas antes de iniciar la limpieza intestinal, el paciente debe dejar de tomar alimentos sólidos.

A partir de ese momento solo puede tomar líquidos claros, es decir, agua, infusiones, caldos filtrados, café o té, zumos de fruta colados y bebidas refrescantes claras. El día de la prueba, el paciente debe dejar de tomar líquidos claros unas 3-4 horas antes de realizarse la colonoscopia o la ileoscopia.

Durante y después de la ileocolonoscopia

La prueba se realiza en la Unidad de Endoscopias del Servicio de Digestivo. La llevan a cabo médicos especialistas en Digestivo con formación en endoscopia diagnóstica y terapéutica de la propia Unidad de EII o, en su defecto, con formación EII.

También participa personal de enfermería especializado en endoscopia y auxiliares de enfermería. Su función durante la ileocolonoscopia es cuidar y atender al paciente, ayudar al endoscopista a la realizar la prueba y administrar la medicación necesaria.

En cuanto a la duración de la exploración, puede oscilar entre los 20 y 60 minutos. Este tiempo depende de la cantidad de intestino a explorar y de si es necesario realizar algún procedimiento terapéutico durante la exploración. Además, con el objetivo de evitar molestias al paciente y posibilitar que la prueba se lleve a cabo sin dolor, se suele administrar sedación y analgesia intravenosa.

Finalizada la prueba, el paciente es llevado a otra sala donde se despertará con una sensación de hinchazón abdominal y molestias similares a un cólico intestinal. Esto se debe al aire insuflado dentro del intestino durante la exploración. Son molestias que irán desapareciendo a las pocas horas.

  1. http://scielo.isciii.es/pdf/diges/v107n10/es_editorial.pdf
  2. http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082007000200010

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